En las últimas décadas se ha hablado mucho de los países BRICS como grandes focos de inversión y centros seguros para nuestras exportaciones ya que se consideraba que estos países – Brasil, Rusia, India, la República China y Sudáfrica – se estaban aprovechando de la incidencia de la globalización en el panorama mundial y acabarían destronando a los mayores países industrializados del planeta conocidos como el G7 (Canadá, EE.UU., Japón, Italia, Alemania, Reino Unido y Francia).
Sin embargo, ahora el panorama se observa con mayor dosis de escepticismo. El nuevo orden que se vaticinaba se ha debilitado ya que dos de sus grandes miembros, Brasil y Rusia, han caído en recesión debido a varios problemas políticos unidos a la situación mundial de debilidad económica con el desplome de los precios de materias primas o el descenso del consumo.
Esta situación en todo análisis PEST de las empresas las ha situado como naciones poco prometedoras lo que ha desatado la huida de inversión generalizada. En 2015 se calcula que se han retirado más de 500 billones americanos de dólares.
Actualmente se cree que las opiniones de Jim O’Neillen su tesis, Building better Global Economic BRICS, publicada en 2001, tal vez fueran exageradas aunque todas las cinco naciones tenían un promedio de crecimiento que rondaba o superaba el 10% durante la primera década del siglo XXI mientras que los miembros del G7 no llegaban al 2, la caída de este crecimiento ha sido también drástico.
Muchos economistas aportan que la dependencia del mercado de materias primas posee estos ciclos extremos por lo que las tasas de potencias como China ya han descendido en cinco años a la mitad y con perspectivas a estancarse si siguen bajando los precios de sus materias primas y tendiendo a una producción de autoconsumo.
Otros tres problemas de los BRICS
Se sitúan entre las razones que han parado la internacionalización e inversión en estos países:
- Los problemas políticos ya adelantados por los casos de corrupción que afectan a países como Brasil, China o Rusia generando poca estabilidad financiera y en algunos casos hasta sanciones por parte de los organismos internacionales.
- El problema demográfico ya que en algunos países como China está incluso disminuyendo la fuerza laboral.
- Los altos niveles de endeudamiento por parte de estos países ante sus optimistas perspectivas de crecimiento que en ocasiones incluso duplica su PIB lo que eleva el coste de financiamiento por lo que se frena el crecimiento.
La frenada de previsiones económicas favorables obliga a los empresarios extranjeros a exigir a estos países reformas judiciales y laborales así como protección a la inversión en el sector privado y los derechos de propiedad antes de acudir a ellos.
Parece ser que las empresas se lo están pensando dos veces antes de acudir a estos atractivos países como destino seguro en el comercio internacional.
Autor: Jesús Rubio, tutor del Máster en Comercio Internacional de EIPE Business School.
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